Único dolmen visitable del conjunto de monumentos megalíticos en la Sierra de Cameros. Sepulcro de corredor restaurado, de 3.500 – 2.300 a de C., situado a 1.146 metros de altitud. Se trata de un monumento funerario de carácter colectivo que ha conservado su túmulo y galería compuesta por grandes bloques en posición vertical, conservándose un corto tramo de su antigua cubierta.

Los dólmenes constituyen templos vivientes de fechas tempranas de la humanidad. Al verlos, el observador se traslada al Neolítico, cuando el hombre se convierte en un ser preocupado por las actividades agrícolas y ganaderas. Estos monumentos tienen un gran valor arqueológico. En una sociedad donde la movilidad dentro del territorio es una necesidad impuesta por las estaciones, el dolmen representaba la fidelidad a un enclave. Los dólmenes se abandonan a principios de la Edad del Bronce (hacia el 1500 a.de C.). Parece que estas construcciones pertenecieron a trashumantes que al volver encontraban sin dificultad a sus antepasados. Cuando pasan a vivir en un lugar fijo, dejan de ser necesarias tales sepulturas y el rito se simplifica.

Se puede llegar andando desde Trevijano a través de un camino, de unos 2 kms., señalizado mediante marcas blancas y verdes. En la carrasca (nombre denominado para la entrada del pueblo) existe un cartel verde (del Gobierno de La Rioja), que indica el inicio de la ruta.